sábado, 3 de julio de 2010

ÉPATER LE CRITIQUE

http://i154.photobucket.com/albums/s245/carabiru/Mitoraj/mitoraj8.jpgDesde finales del siglo XIX los artistas de vanguardia han tenido entre sus objetivos el escandalizar al burgués, a la Burguesía. Gran parte de los gestos de los artistas de vanguardia, fueran impresionistas, dadaístas o cubistas, tuvieron como diana la moral y el esnobismo burgueses. Así se acuñó la expresión "épater le bourgeois" que significa aproximadamente "escandalizar al burgués", y con el tiempo fue la consigna de varias generaciones de artistas que querían subvertir el orden establecido.

Lo que ocurre es que hoy en día esta frase ha perdido su fuerza inicial. La burguesía de hoy o sus equivalentes ya no se escandalizan por nada. De hecho son estas clases burguesas y "snobs" las que brindan el necesario apoyo económico para sostener la industria del escándalo. Hoy ya ningún burgués que se precie de serlo admite ser burgués ni por supuesto se escandaliza por un urinario o un pedazo de mierda.

http://www.artdetails.com/images/Antonio%20Lopez%20Garcia/Antonio_lopez_117_copy.jpgPero curiosamente los críticos que han abanderado este cambio en las costumbres burguesas, que han asesorado sobre lo correctamente "in" en arte moderno, que han acostumbrado al mundo a un arte en continuo cambio son hoy los más reacios a cualquier cambio. Paradójicamente, el arte, para ser tolerado por los críticos, debe ser invariablemente cambiante pero siempre idéntico a sí mismo, siempre basado justo en la vieja consigna decimonónica de "épater le bourgeois". Da igual que los burgueses ya no existan o que no se escandalicen. Para ser vanguardia sea lo que sea que se presente como arte debería poder escandalizar al típico burgués de finales del siglo XIX o como mucho de principios del siglo XX. Es decir, que hace cien años fuese válido como arte de vanguardia.

Lo que no pueden comprender ni soportar los críticos contemporáneos es que el arte realmente cambie, que no se ajuste a cánones, que se salga de lo previsto y que, por ejemplo, ya no responda a los mismos principios que regían para las vanguardias de hace un siglo. O, por decirlo de otro modo, que su rumbo lo marquen los artistas y no ellos mismos.

http://i154.photobucket.com/albums/s245/carabiru/Mitoraj/mitoraj2.jpgY llegados a este punto, ante un arte condenado por los críticos a la continua repetición de las vetustas vanguardias de hace un siglo, los artistas se están rebelando. No tenemos ya la vieja guía de buscar el escándalo del burgués. Pero lo gracioso, lo realmente maravilloso y profundamente irónico, es que el arte de hoy vuelve a tener una consigna revolucionaria, universalmente válida, pero incluso más divertida y apasionante. Ya no podremos escandalizar a la burguesía, prevenida contra todo y hastiada de fuegos artificiales. Vale. Pero no hay mal que por bien no venga; ahora quienes se escandalizan, y a la mínima, son los propios críticos que condenan al arte a un bucle sin sentido ni vida propia. No hay nada más efectivo: ahora, precisamente, ¡podemos escandalizar a los críticos! Probablemente su escándalo será el síntoma más claro de que realmente estemos poniendo el dedo en la llaga. Cada vez que los críticos, normalmente apacibles y complacientes con todo lo que suena familiarmente contemporáneo, rasgan sus vestiduras y ponen "a parir" a tal o cual artista, es que ahí hay verdadera novedad y verdadero talento. Aún recuerdo el escándalo que armaron cuando en Madrid se expuso la obra escultórica de Igor Mitoraj...

Qué maravilloso hallazgo el de esta nueva consigna: "Épater le critique". ¡A por ellos!