Quim Monzó Damien Hirst |
Os paso una breve reflexión de un artículo de Quim Monzó publicada ayer en la Vanguardia en la que nos previene de la efímera y dudosa valía bursátil del arte actual. De nuevo aparece Damien Hirst como protagonista ¿Estaremos ante una nueva burbuja ... del arte?
¿Ahora hay que invertir en arte?
Hace una semana, Luis Benvenuty explicaba en este diario que, en nuestra época de incertidumbres económicas, hay gente con dinero que prefiere comprar arte y no cosas que hoy en día no tienen claro qué futuro les espera. Antes todo era comprar pisos -para invertir, decían- y ahora, para invertir, nada mejor que un Picasso o un Barceló. El titular dejaba clara la seguridad de la jugada: "Cuanto más cara la pieza, mejor". Pensé: "Quizá sí...". Pero me quedó la duda. Si ha habido una burbuja inmobiliaria, ¿no podría ser que también hubiese una burbuja del arte, y más del actual? No quiero comparar pero cuando, hace años, muchas personas invirtieron en sellos los ahorros de su vida la cosa acabó como el rosario de la aurora. Evidentemente no es lo mismo, porque aquel caso filatélico ya de entrada despedía cierto tufo, pero nunca se sabe qué puede pasar, porque las cosas pierden valor de un día a otro y circulan un montón de obras que dicen que fueron hechas por tal o cual artista y después se ve que lo único que hacía era firmar los papeles en blanco que le ponían enfrente.
Ahora mismo, por ejemplo, el artista Damien Hirst triunfa en Gran Bretaña. "La Tate Modern se rinde ante Hirst", es el titular. Rafael Ramos, el corresponsal de La Vanguardia en Londres, escribía hace unos días: "El arte oficial británico se ha decidido por fin a institucionalizar los tiburones y las vacas en formol, o las calaveras de diamantes que rinden culto al dinero. Damien Hirst, el artista vivo más cotizado del planeta, es objeto de una gran retrospectiva en la Tate Modern, que se inaugura esta semana y que coincidirá con los Juegos Olímpicos de Londres".Por lo tanto, en principio, si Damien Hirst es "el artista vivo más cotizado del planeta" e incluso la Tate Modern se rinde ante él, el hombre con dinero diría: pues invierto en una cosa sólida, segura, y me compro un Hirst. No parece que haya duda alguna, al menos hasta que abres The Independent y lees lo que escribe Julian Spalding, uno de los críticos de arte más prestigiosos de Gran Bretaña. En el artículo de The Independent, el crítico arremete sin piedad contra el artista, desde el mismo titular: "En el mundo del arte las obras de Damien Hirst son el equivalente de las hipotecas subprime". Más claro el paralelismo entre la inversión en tocho y en arte, imposible. Después de arrearle un garrotazo tras otro, el crítico acaba con las palabras: "Vale más que sigáis un consejo: vended vuestros Hirsts si habéis tenido el poco acierto de comprar alguno, y hacedlo antes de que ya no valgan nada". Dos apuntes. Uno: los que tienen dinero harán bien de dudar un poco si es en arte en lo que hay que invertir ahora. Y dos: me encanta que, hoy en día, la mejor forma de ejemplarizar la poca valía de un creador sea compararlo con las hipotecas subprime.
Quim Monzó
La Vanguardia, 14/04/2012
5 comentarios:
Pienso que el grueso de la producción de Hirst es pura bazofia.
Aunque tampoco me parece muy acertado que para argumentar sobre arte haya que referirse a conceptos económicos.
Eduardo, si lees con detenimiento el artículo de Monzó verás que tanto el título como el contenido de dicho artículo tratan casi exclusivamente del asunto de la especulación económica del arte, lógicamente, se ha de referir y hablar de "conceptos económicos". Los otros temas del arte, que son muchos, se comentan dentro de su contexto.
Totalmente de acuerdo. Hay que traducir arte en términos económicos porque es nuetsra manera de entender el valor de lo que se precie.
Ceballos, me equivoqué. Lo he leído detenidamente y tienes razón.
Solo habla del aspecto económico del arte... no me interesa absolutamente nada.
Creo que es pertinente hablar en estos términos cuando tratamos de Hirst. El asunto de los Young British Artists no se entendería de ninguna manera (yo aún abarcaría más) eliminando de la ecuación los millones de libras y dólares que Saatchi primero y distintos millonarios después pusieron en la jugada. Su ascensión al olimpo del arte contemporáneo ha sido obra y gracia de las inversiones, sin mediar ningún otro mérito, ni formal ni artístico. Toda la teoría del arte puesta a medida ha sido milimétricamente calculada por el círculo de la misma gente que puso el dinero para hacer de Hirst una leyenda viva.
Que ahora el "mercado" del arte empiece a rechazar algunos de sus propios engendros da cierta esperanza, pero yo no me confiaría. A los mercados no les importa nada salvo el dinero, si ahora baja Hirst no podemos suponer que el siguiente que suba lo haga por méritos artísticos: será por pura especulación, como ha ocurrido antes. Lo verdaderamente esperanzador sería que el corrupto mercado del arte contemporáneo -que ya desde hace tiempo marca el rumbo del arte oficial- se hundiera por completo, teniendo que volverse a reinventar sobre la base de la calidad artística (por ejemplo) y no la mera especulación.
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