Odio la prosa pseudofilosófica postmoderna. Ha sido leer "cambio de paradigma" y dejé, asqueado,
este artículo.
A ver... Haré un esfuerzo y lo leo, Un momento. Quizá diga algo interesante, a pesar de todo.
Vale. Leído. Pues no, no me gusta, definitivamente. Viene a decir que "pobrecico el arte contemporáneo, ahora que hay crisis".
A mí me parece que si de algún lado sale todo el tinglado del arte contemporáneo (yo no lo llamaría sistema, que para mí es una palabra respetable que me trae a la memoria cosas chulas de ciencia), es precisamente, del tinglado aún mayor de los "mercados", que básicamente son las actividades de las oligarquías formadas por banca internacional, empresas transnacionales y grandes fortunas nacionales. O sea: los ricos de toda la vida.
Que ahora se estén vendiendo menos "cosas" contemporáneas (la palabra "obra de arte" me la reservo para otros usos) es sólo síntoma de que las oligarquías están ahora ocupadas extrayendo dinero del pueblo, como si fueran vampiros o algún tipo de ente estraterrestre capaz de sorber fuerza vital de los desprevenidos ciudadanos corrientes. Por lo tanto, andarse con pasatiempos como venderse entre ellos cagadas con lacitos (respetable costumbre francesa de antes de la Revolución de 1789) es algo que ahora mismo no viene a cuento. Mejor chupar, sorber y dejar seco al pueblo ahora que se ha abierto la veda. Cuando acaben con nosotros ya se preocuparán de volver a inventarse un pasatiempo. ¿Quizá el tráfico de niños en formol? Pues quien sabe, todo puede ser.
Es lógico que el director del Reina Sofía se preocupe por su futuro inmediato. Pero yo, al menos, tengo otros problemas.