El diario La Voz de Galicia recoge hoy un amplio reportaje en el que habla de nosotros, los Hartistas, y define un poco nuestras intenciones y las bases del movimiento.
En primer lugar me gustaría agradecer su interés tanto a este periódico como otros medios que se han hecho eco de nuestra aparición. Para nosotros en este momento es importante la difusión de nuestro mensaje y que este pueda llegar a cuanta más gente mejor.
Creemos que el problema con el arte oficial no es un problema nuestro, sino algo generalizado y globalizado.
El mismo diario británico The Guardian sacaba ayer mismo en su edición digital un extenso artículo hablando de la deriva absurda del arte contemporáneo.
Sin embargo, me gustaría matizar algunas cosas del artículo de La Voz que pueden dar lugar a interpretaciones sesgadas.
El titular nos sitúa directamente "contra el arte conceptual". Esto es algo inexacto, nosotros estamos en contra del FEÍSMO estético, del ANTI-ARTE, de que el arte que niega la búsqueda de la belleza y la comunicación con el espectador sea paradógicamente el único que se ofrece a este desde las instituciones artísticas más importantes.
El ANTI ARTE no equivale exactamente al arte conceptual. Es cierto que los postulados de este pueden ser campo abonado para la impostura. Negar el trabajo y la mano del artista en pos de un "todo vale" en el que el propio artista concede a su libre albedrío valor artístico a un objeto encontrado es una llamada clara al seudo-artisteo de gente que quiera vivir del cuento.
Pero el concepto de ANTI ARTE es algo más amplio que el de arte CONCEPTUAL, y en todo caso no estamos en contra de este, sino de su imposición y de la consagración de laTEORÍA como un instrumento de SESGO previo a la creación y promoción artística.
No tiene sentido un arte que no nace de inquietudes personales sino de la trancripción de teorías estéticas de moda (que no en absoluto novedosas). En esto sí que el arte conceptual se lleva la palma, pues es un tipo de arte nacido al calor siempre de teóricos, cuando se supone que el análisis y la teoría deben ir DESPUÉS de la creación artística, porque de lo contrario ambas cosas pierden todo su valor.
Tampoco estamos en contra del arte "contemporáneo", dicho así directamente. Estamos totalmente en contra de que las palabras ARTE CONTEMPORÁNEO se hayan monopolizado y se hayan convertido en un patrimonio de los teóricos de nuevo cuño. Los pintores TAMBIÉN somos artistas contemporáneos, no sólo los que hacen videoinstalaciones.
La pintura, y otras artes, no sólo esta, cuando son buenas, gozan al menos de la homolgación que supone que el público LAS RECONOZCA como arte, algo que otras corrientes artísticas nunca han tenido.
Ahí empieza la más ruín de las consecuencias retroalimentadoras de la impostura, pues la pervivencia del anti-arte exige descalificar y desautorizar al público (que en la mayoría de los casos no ve arte por ningún lado), y negar su criterio de un modo despectivo e intimidatorio.
No creo que la mayoría del público sea idiota, y sí creo que cuando tras visitar una exposición la mayoría del público siente que le han tomado el pelo ES QUE LE HAN TOMADO EL PELO.
Hay discursos tibios ante esto.
En un interesante debate surgido sobre esto en el gran blog LACARCELDEPAPEL, algunos contertulios defendían este tipo de propuestas aduciendo que ERA POSIBLE que este tipo de cosas SÍ fueran arte, y que era el tiempo el que tenía que decirlo.
Yo creo que el tiempo ha dado ya su verdicto: hace casi 100 años que las propuestas objetuales, los readymades y el anti-arte, entendido ampliamente, hicieron su aparición. En un principio fueron considerados actos revolucionarios, de protesta ante el arte oficial, de oposición a discursos artísticos monolíticos.
Es obvio que hoy se ha tergiversado el mensaje que enviaron (de eso habla el artículo de The Guardian) y que ese acto revolucionario de hace 100 AÑOS se ha convertido en la oficialidad, que es contra lo que peleaba.
El público no es tonto y se ha dado cuenta de esto, respaldó ese tipo de propuestas en su día como una llamada necesaria a un cambio de mentalidad, pero no lo respalda como arte porque NO LO ES y ni siquiera fue concebido como tal.
Duchamp era un gran artista, pero dudo que él mismo considerase su ready-made del urinario como una OBRA DE ARTE, más bien lo concibió como una acto de protesta.
Así que me parece que el tiempo ya ha dictado sentencia, y hoy las propuestas que se autoprocalaman NOVEDOSAS y basan todo su valor en esta proclama YA NO SON EN ABSOLUTO NOVEDOSAS. Sólo les queda defender su valor artístico real, y ahí el público, la SOCIEDAD a la que está dirigido ese arte, también ha dictado sentencia hace tiempo.
Lo único que perpetúa este tipo de obras en los museos es una inercia sostenida con dinero público, y con apoyo institucional, que jamás recibe la pintura y otras artes, que juegan en segunda división al lado de este arte de la supuesta "transgresión".
Los HARTISTAS reclamamos MÁS TRANSPARENCIA en los Museos de Arte Contemporáneo que se sostienen con dinero público. El público tiene derecho a saber qué tipo de arte está pagando con su dinero y hasta qué punto lo está pagando y dándole una respiración asistida que es hora de abandonar.
El Hartismo está por la IGUALDAD de condiciones para todos los artistas. Una institución privada no puede erigirse en un sesgo estilístico ni estético, y menos en contra de la opinión de todos los contribuyentes. Eso es algo en lo que insistimos porque es una pura y escandalosa aberración.
La falta de transparencia que necesita este tipo de arte para su sustento es además campo abonado para actividades poco honestas como la inflación y sobrevaloración de ciertos artistas con cargo a fondos públicos, lo cual ya no sólo es una aberración, sino un auténtico escándalo.
En fín, me alegro de que nuestro mensaje comience a tener difusión, pero es evidente que la prensa siempre va a recoger una parte de él, por evidente falta de espacio, con lo cual puede en ciertos momentos malentenderse. Yo emplazo a quien esté interesado en el HARTISMO a que lea nuestro MANIFIESTO. Lo hemos redactado y re-redactado durante meses a conciencia, intentando clarificar bien nuestras posturas, y es a él al que nos remitimos y remitimos a los que entren en estas páginas, HARTOS como nosotros.
1 comentario:
Sólo quiero añadir que efectivamente Duchamp se enfadaba mucho cuando se tomaban sus actos y objetos anti-artísticos como arte. Si Duchamp viviese hoy, seguramente se haría Hartistas, para dejar con un palmo de narices a los que dicen defenderlo traicionando el sentido de su protesta.
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